Pequeño bandido (Nº2) – El germen

Los niños son crueles. La escuela suele ser un campo de guerra, más para un niño como Luis y su problema en el habla. Su tartamudez comenzó desde muy temprano. Las palizas que su padre propinaba a su madre eran salvajes. Su psiquis no supo cómo procesar esa información y sus palabras quedaron truncas. En el colegio sufrió mucho. Con cada burla, con cada abuso, su resentimiento iba creciendo. Una mañana de marzo abrió la llave de gas del aula. A la mañana siguiente, en todos los diarios, la noticia de dos muertos y treinta intoxicados reconfortaron de algún modo a Luis. Un sentimiento nuevo germinó en su pecho. No sabía que era. Se sintió pleno y extasiado. Una hermosa sensación que buscaría recrearla una y otra vez, como una adicción.

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