Lo Tocan

Un llanto en un rincón, olor a café quemado, lugar frio y pelos mojados por la lluvia, van entrando amigos de la familia del difunto, consuelan, se funden en un abrazo que reaviva el llanto. Hay una tensión en el ambiente que no se expresa pero se siente, se sabe que van a llegar en cualquier momento los amigos del finado, esos amigos de la esquina, con quien pasaba los días entre botellas de cerveza y otros menesteres, se sabe que van a llegar en patota a despedirlo, a darle el ultimo adiós, y hay un desconcierto, ¿cómo se comportaran? ¿Estarán a la altura de las circunstancias? De a ratos un familiar, con el pretexto de tomar aire, sale a la puerta y relojea la esquina, a ver si divisa algún malón de gente, se fuma un cigarrillo, y otro y otro. De repente entra una persona, se para en la puerta, se lo ve desalineado, con los ojos vidriosos, se nota y se huele el alcohol en todo su cuerpo, los familiares se miran uno a otro, sin saludar a nadie avanza con pasos cansados hacia el ataúd, toca al amigo, amenaza con darle un golpe a Jesús que yacía en su cruz en la cabecera de aquel féretro, y se va. No paso nada, respiran tranquilos. En la puerta ya se estaban congregando los pibes, se saludan, se ponen al día, lo putean al difunto por haberse muerto, y van entrando, van entrando sin saludar a nadie, van entrando llorando, y pasa algo, pasa algo que desconcierta a todos, lo tocan, al difunto, lo tocan, lo besan, le arreglan la ropa, le arreglan el rosario en su cuello, lo tocan, lo lloran y lo tocan, esos amigos, esos “monstruos” que no se sabían comportar, lo tocan, y en cada tocada se siente el amor, se siente el prejuicio, y la familia, de a poco, como quien aprende a golpes una lección de vida, empieza a abrazar a los amigos, la familia termina consolando a esos “monstruos” amorosos.

Deja una respuesta 0

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *