Libertad

Entro a mi casa después de recorrer los confines mundo con mi bicicleta BMX. La estaciono en el pasillo y escucho un bullicio en la terraza. Reconozco la risa de mi mamá. El gato baja corriendo con la cola inflada y una vela blanca en su boca, la que usaba mi abuela para rezarle a sus santos los jueves. Subo despacio por la escalera. Hoy no cumple años nadie, pienso, ¿O sí? Las voces y risas se elevan a medida que voy subiendo. Cables atados con lamparitas blancas brillan en medio de la oscuridad de la noche. No entiendo que pasa, pero me gusta. Siempre me gustaron las reuniones sociales de los grandes, esas en las cuales los padres están demasiado ocupados siendo grandes y te dan ese espacio para ser niño. Sigo subiendo, llego al descanso de la escalera y veo a mi mamá con el vestido blanco, ese que tanto le gustaba usar en fiestas. Me mira y me llama para que me acerque rápido a ella. Voy corriendo. Antes de poder explicarme, entra mi papá por la puerta, se sorprende, todos gritan y lo abrazan. Mi mamá le había preparado una fiesta sorpresa. Se iba de gira a Europa con una obra de teatro. Todos están felices. Yo también, esa noche iba a ser libre. Que fácil es la libertad siendo niño.

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