Esclavo del tiempo

Se despertó enterrado hasta sus caderas por una arena color carmesí. Era hermosa. Más fina que la sal. Agarró un puñado con su mano y la contempló con un dejo de nostalgia. No sabía por qué. Algo en su interior lo ahogaba. Sentía que hacía días que vagaba por aquel escenario. ¿O eran horas? No lo sabía con exactitud. Había amanecido sin recuerdos en esa ¿playa? ¿desierto? Algo le decía que ya había estado ahí. Que ya había vivido esto. Que era como un déjà vu interminable.
Emitió un grito de auxilio que rebotó en un eco insoportable lastimando sus oídos. ¿Dónde estaba? La incertidumbre lo exasperaba, sin embargo, no sentía miedo. Se levantó, sacó la arena de sus ropas y comenzó a caminar. En el horizonte divisó algo que captó su atención: una figura extraña, como un ser humano desproporcionado. Aceleró el paso, sintiendo una oleada de emoción. Había alguien más en aquel extraño lugar. Alguien que quizás pudiera explicar lo que estaba sucediendo.
A medida que se acercaba, notó que el otro ser también se apresuraba hacia él. Eso lo desalentó. Seguramente, aquel individuo compartía las mismas interrogantes, pero no poseía las respuestas. Siguió corriendo y, de repente, tropezó. Con estupor, se dio cuenta de que el otro hombre cayó al mismo tiempo que él. La desilusión se mezcló con el miedo en su interior. ¿Era un espejo? Se puso en pie y comenzó a hacer movimientos con los brazos para confirmar sus sospechas, y su imagen reflejada le confirmó que se trataba de un espejo tenue y borroso. Al acercarse se dio cuenta que era un vidrio que se alzaba hasta el cielo. ¿Una cúpula? Movido por la curiosidad, la golpeó con sus dos puños y el sonido volvió a retumbar. Miró a través de ella y vio un cielo celeste infinito. ¿Sería el borde del mundo? ¿Al final los terraplanistas tenían razón? ¿El mundo era simplemente un círculo dentro de una cúpula de vidrio?
Frustrado y abrumado, Luis se sentó con la espalda apoyada en la cúpula, sintiendo una profunda impotencia. Una lágrima de frustración rodó por su mejilla mientras cerraba los ojos, tratando de recordar cómo había llegado a ese extraño lugar. En ese momento, notó que la arena a su alrededor comenzaba a moverse. Se paró abruptamente con pánico. No había viento, pero el movimiento de la arena se intensificaba, arrastrándolo al suelo sin control. Luchó por levantarse, pero fue en vano. La marea de arena carmesí lo arrastraba hacia el centro, y con asombro, observó cómo se deslizaba en un agujero en forma de embudo. Con todas sus fuerzas, intentó resistir la corriente, pero fue incapaz. El agujero lo succionó, y a través de un túnel, cayó una vez más a un desierto de arena carmesí. ¿Qué había pasado? ¿Había viajado en el tiempo y espacio? ¿Un universo paralelo?
Repentinamente, el suelo comenzó a inclinarse, provocando que Luis corriera hacia arriba en un intento desesperado por escapar. Sin embargo, sus esfuerzos resultaron inútiles. En cuestión de segundos, el plano se dio vuelta por completo, invertido. Lo que antes era arriba, ahora era abajo. La arena cayó sobre su cabeza, cubriéndolo por completo. Sintiéndose atrapado y con dificultad para respirar, temió por su vida. Después de unos eternos segundos, logró escarbar con mucho esfuerzo para salir a la superficie. La falta de oxígeno y el agotamiento provocaron que se desmayara.

Se despertó enterrado hasta sus caderas por la arena color carmesí. Era hermosa…

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