El logos

A unos cincuenta kilómetros al sur de Mar del Plata existe una localidad escondida llamada Costa Nuriel, en donde arcontes conviven con seres humanos buscando la encarnación de la palabra perdida, aquel verbo con el cual el supremo dio inicio al universo: El logos. Estos seres están convencidos que la única manera de encontrarla es en el alarido desgarrador que proyecta un cuerpo al ser quemado vivo. Ahí, en esa fonación inconsciente, creen que se esconde el nombre secreto de Dios. Todas las noches, en el risco de una playa situada al fondo de la costa, se pueden ver las fogatas quemando la carne de los inocentes, y sus gritos son guardados en un cofre de oro blanco para ser estudiado por la Hermandad de la antigua serpiente. Los ángeles no pueden intervenir directamente, por lo que han ocultado la ubicación de la localidad, impidiendo tanto la entrada como la salida, condenando así a sus habitantes a arder en el sangriento ritual de inquisición cosmogónica.

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