Capullo

Apoyó la boca sobre la bombilla del mate, dio un sorbo con dramatismo y me dijo: “Ya me aburrí de esta vida”. La miré esperando un argumento a tamaña declaración, pero no habló más, sus ojos brillaron con una luz cegadora que salía de su interior, su cuerpo desprendió un campo vibratorio que hizo que mis órganos resuenen al unísono. Desde su pelvis emanó un halo de luz blanca que subió espiralada hacia su cabeza, formando una columna desde su coronilla hasta dos metros por arriba de ella. De su espalda, dos alas violetas de gran tamaño comenzaron a abrirse y su fisonomía se difuminó convirtiéndose en un ser de luz. Al terminar su transformación, quedé ante un ser alado de energía pura de cuatro metros de altura. Me miró y habló en mi mente: “Despierta que no hay mucho tiempo, te espero del otro lado” y desapareció.

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