Feliz año

Faltaban apenas sesenta segundos para que dieran las doce. Se sirvió una copa, mientras se metía la camisa desarreglada dentro de los pantalones. Se miró en el reflejo de la ventana y no se gustó. Hacía tiempo que no se veía con buenos ojos. Observó el reloj y se dio cuenta de que en treinta segundos formaría parte del pasado. Las doce. Sacó el arma que tenía en la cintura. Apuntó al piloto del avión y le explotó el cráneo contra el vidrio con una bala. El avión inclinó su nariz hacia abajo y comenzó a caer en picado hacia el océano Atlántico. Las máscaras de oxígeno se soltaron del techo, mientras los desesperados gritos de los pasajeros le resultaban reconfortantes. Se sentó como pudo, levantó la copa al aire y soltó un grito.

-¡Feliz año hijos de puta!

Rió a carcajadas hasta que los pulmones se le llenaron de agua.

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