Su pierna derecha rebotaba sin cesar. La piel de sus dedos sangraba desgarrada. Sus dientes se deshacían en cada rechinar. Su presión silbaba perpetua en su oído derecho. Su respiración venia con espasmos. El murmullo exterior interrumpía el susurro de su mente. Su visión lagrimeaba borrosa. Iba a morir. Lo sabía. Lo presentía. Solo el…
Autor: Matias Alarcón
Apagó la luz de la habitación y sintió el aliento de su respiración en la nuca como siempre. Decidió no correr. Se quedó parado sin mover siquiera un musculo.
La sangre goteaba de sus manos. Su torso desnudo sudaba pegajoso.
El caer de una gota incesante rompía mis tímpanos. Mi respiración barría el polvo del suelo.
A unos cincuenta kilómetros al sur de Mar del Plata existe una localidad escondida llamada Costa Nuriel, en donde arcontes conviven con los seres humanos buscando la encarnación de la palabra perdida, aquel verbo con el cual el supremo dio inicio al universo
Había pasado toda la noche mirando videos de conspiración. Le tocaron el timbre. Mató a su madre.
–Hola Ricardo–dijo una voz en su mente y quedó paralizado con la vajilla llena de detergente en sus manos. Miró hacia su espalda aun sabiendo que esas palabras salieron de su cabeza y confirmó que estaba solo–Tranquilo, soy tu ángel de la guarda–
Zacarías se miró al espejo y notó que el cuenco del ojo izquierdo le había quedado sin pintar. Pasó su dedo índice sobre el pote de maquillaje color caucásico y se lo untó con furia y resentimiento. Se colocó los lentes de contacto azulados, se elevó tres centímetros gracias a las plataformas, se puso dentro del calzado y salió del baño.
Esnifó la última línea de cocaína, pasó su dedo por el celofán y se frotó las sobras en los dientes dormidos. Su respiración se entrecortó en un espasmo de éxtasis.
Atendió el teléfono sabiendo que era él. Escuchó por enésima vez su respiración entrecortada por la angustia. Esta vez no le cortó.